"Comencé a leer el libro con entusiasmo, te lo voy a ir comentando poco a
poco, en las pocas páginas que lei me han conmovido algunos testimonios,
es mas, ya decidi leer al libro con lapiz para resaltar algunos que me
conmovieron. Lo mas destacado hasta ahora es en la introduccion, la
resilencia, esa virtud que tenemos algunos de canalizar en forma positiva
las malas experiencias. Lo que no me mata me fortalece, dice el refran."
Hombre, argentino.
Gracias a la VIHda
domingo, 13 de enero de 2013
domingo, 2 de diciembre de 2012
Entre música, "verdades reveladas" y abrazos pendientes
1 de diciembre, Dia
mundial de la lucha contra el SIDA.
Desde el colectivo veo que en plaza Congreso han montado un gran escenario
con carteles de Rock and Vida y el slogan VIH cero: “Cero nuevos
casos de infección por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el VIH-SIDA” Bajo, me
acerco a una gran carpa que dice “Prensa” y un hombre me da un volante con el
nombre de las bandas que tocarán a partir de las 19. Vuelvo a esa hora y ya hay
mucha más gente, entre globos,
parlantes, pantallas, puestos de venta de remeras, de gaseosas, de panchos o de
choripan. Una voluntaria con una remera
de Rock and Vida se me acerca birome en mano y me pregunta si acepto responder
una encuesta sobre conocimientos de VIH. Le digo que sí y me formula algunas
preguntas básicas, entre ellas si alguna vez me hice el test de VIH (pero no
cual fue el resultado). Al finalizar le comento que tengo VIH. Con tono de estar diciendome una “verdad
revelada” y cara de circusntancia, me dice que no me preocupe, que dios lo cura
todo. Sorprendida ante este giro
inesperado de la conversación, le respondo que no, que el VIH por el momento no
tiene cura. Pero ella insiste y me dice que es cuestión de tener fé. No quiero ponerme a discutir así que me alejo,
preguntandome si todos los voluntarios
tendrán este mismo discurso con quienes se acercan y necesitan realmente algo
de información.
Los
doctores Carlos Falistocco (director ejecutivo de SIDA y ETS del Ministerio de
Salud de la Nación) y Paco Maglio (ex jefe de terapia intensiva del Hospital
Muñiz e infaltable disertante en cada uno de los congresos y simposios de SIDA a
los que suelo asistir), hablan sobre el VIH desde un video que se repite en
cada una de las pantallas. Luego Daniela Herrero canta en vivo algunos de sus
temas y también “Juntos a la par” de Pappo. Termina y la persona que conduce el evento comenta
cuántos alimentos no pedecederos se han recaudado hasta el momento, hace
hincapié en la importancia de hacerse el test de VIH, ya que una de cada dos
personas que viven con este virus no lo saben, y menciona algo sobre lo que
mucho no suele hablarse: de la falta de medicación antirretroviral (la que se
utiliza para frenar la replicación del virus y el avance de la infección) en
presentaciones pediátricas. En la pantalla gigante que está por detrás del
escenario pasan otro video. Jeremías y Sofía (hoy veinteañeros y activistas)
cuentan como fue que se enteraron que habían nacido con VIH y cuales fueron las
dificultades que tuvieron para tomar desde chicos medicación diseñada en
presentaciones para adultos. Silvia Casas, de casa Manu, muestra el tamaño de algunos
de los comprimidos y habla de la dificultad para calcular, por ejemplo, “un
tercio” de pastila, ya que las dosis para los menores de edad se calculan según
su peso. Este video me parece lo mejor que vi en este evento hasta ahora, y no
debo ser la única en pensarlo ya que grandes aplausos acompañan el reclamo de
que los laboratorios tengan en cuenta a los más chicos en la formulación de los
medicamentos antirretrovirales. Una
nueva banda sube al escenario, no sé si es D-Mente o Rescate, pero no me gusta
para nada y decido alejarme a tomar algo con una amiga a la que encontré en el
recital. Lamentablemente la música nos sigue hasta el bar que elegimos a una cuadra de la plaza.
Al volver a mi casa y abrir el facebook, me entero de que un grupo de personas estuvieron durante la tarde en Plaza Armenia con remeras que decían “Tengo VIH”, o “Tengo SIDA”, y en sus manos carteles en los que ofrecían “BESOS Y ABRAZOS GRATIS” bajo el lema “Yo tengo HIV, yo tengo SIDA, vos: Tenés prejuicios?” Por los comentarios que hacen parece que no les fue tan mal, lamento no haberlo sabido antes y me prometo estar más atenta el año que viene. Remeras no se si les habrán quedado, pero abrazos, seguramente sí.
Al volver a mi casa y abrir el facebook, me entero de que un grupo de personas estuvieron durante la tarde en Plaza Armenia con remeras que decían “Tengo VIH”, o “Tengo SIDA”, y en sus manos carteles en los que ofrecían “BESOS Y ABRAZOS GRATIS” bajo el lema “Yo tengo HIV, yo tengo SIDA, vos: Tenés prejuicios?” Por los comentarios que hacen parece que no les fue tan mal, lamento no haberlo sabido antes y me prometo estar más atenta el año que viene. Remeras no se si les habrán quedado, pero abrazos, seguramente sí.
viernes, 30 de noviembre de 2012
Mi lucha, tu lucha, la nuestra
Hola a todos! se que para muchos de nosotros este es un día que no tiene
nada de especial, (en todo caso nuestra lucha es diaria) pero como es 1 de diciembre, día que mundialmente se conoce como el de la
Lucha contra el Sida (que yo prefiero nombrar como día de la lucha
contra el VIH) aprovecho para compartir un texto de mi libro Gracias a
la VIHda.
Un abrazo para todos los luchadores, y como dijo un amigo, "por muchas mariposas más".
Harika.
Mi lucha, tu lucha, la nuestra
Pero si pensás que estoy derrotado,
quiero que sepas que me la sigo jugando,
porque el tiempo, el tiempo no para.
Unos días sí, otros no,
estoy sobreviviendo sin un rasguñón.
BERSUIT VERGARABAT,
El tiempo no para.
Esta es mi lucha. Contra los prejuicios, el “por algo será que tenés lo que tenés”,
“no lo parecés”, “no se te nota”, o “creía que vos eras más inteligente”. Contra las
miradas de asombro (incluso de algunos profesionales de la salud) que parecen no
poder creer que están ante una persona con VIH si su imagen no coincide con el
estereotipo que tienen en mente. Contra la falta de información de las personas que
todavía creen que hay algún riesgo en hacer uso de un inodoro una vez que yo fui al
baño, de quienes piensan que este virus puede transmitirse a través de la picadura de
los mosquitos, de quienes preguntan por “mi expectativa de vida” quizás a la espera
de que responda “diez años” y se asombran cuando les informo que tengo amigos
que ya han cumplido veinte y cinco años desde su diagnóstico y que, con
tratamiento, una persona con VIH puede vivir tanto como una que tenga, por
ejemplo, diabetes.
Lucho también, en la medida en la que puedo, contra la desinformación, contra el
hecho de que todavía haya gente que no sepa diferenciar el VIH del sida, que siga
usando un término en lugar del otro y no pueda o no quiera o no le interese entender
la diferencia. Contra el hecho de haber tenido que iniciar un tratamiento
medicamentoso, y de por vida, cuando durante añares no me había visto en la
necesidad de tomar ni una aspirina. Contra el deseo de no tener que ir más,
adormecida, en ayunas y malhumorada a sacarme sangre, de no verme más en la
obligación de ir a la sede central de la obra social a autorizar los análisis, al
infectólogo a mostrarle los resultados y a retirar los antirretrovirales una vez por
mes. Especialmente, contra esta fantasía recurrente: “como me gustaría, al menos
por esta noche, no tomar la medicación” (arranques de rebeldía cotidiana a los que
nunca – o casi nunca- les hago caso). Ante la necesidad, en ocasiones, de sortear
obstáculos para tomar las pastillas delante de otras personas sin que nadie lo perciba
(todo un desafío). Contra el temor ante el momento (que tarde o temprano llegará)
de revelarle mi diagnóstico a mi hijo, la incertidumbre ante su posible reacción y el
fantasma de que ya no me abrace –ya no me quiera- de la misma manera. Contra los
posibles rechazos. Contra la preocupación a ser discriminada en mi trabajo si lo
supieran.
Afortunadamente no tengo que sumar a mi lucha la que otras personas llevan a
cabo contra los efectos secundarios de algunos medicamentos, como los cambios
corporales no deseados; no tengo otra patología, como las personas que además de
lidiar con el VIH deben hacerlo con una hepatitis crónica, una diabetes o algún tipo
de discapacidad; ni soy presa de la angustia, cotidiana para muchos, de no saber de
qué manera llenar hoy mi plato o el de mi hijo. Al haber sido diagnosticada cuando
mi infección era reciente, no sufrí de enfermedades oportunistas o sus secuelas, no
tuve que ser internada por cuestiones relacionadas con la infección ni tuve que vivir
pendiente del lento ascenso o del cruel descenso de mis CD4. No me vi en la
situación de perder una oportunidad laboral por llevar este virus en mi sangre, no
fui despedida, como le pasó a una amiga cuando en la empresa en la que trabajaba se
enteraron de su serología, ni me pasaron a un puesto en peores condiciones y por un
sueldo menor, como le pasó a otra. No tengo que atravesar toda una provincia y
perder un día de trabajo al mes, como le sucede a los habitantes de poblaciones que
no cuentan con centros propios de entrega de medicamentos, ni tuve que optar por
viajar cientos de kilómetros, como sí suelen hacer quienes residen en ciudades
chicas, quienes prefieren evitar los hospitales locales para no cruzarse con familiares
o vecinos que inevitablemente acabarían por enterarse sobre la causa de su visita al
médico. Tampoco me vi “condenada a la soltería” como definió una vez una amiga
que vive en un pueblo tan pequeño que una sola "indiscreción" de un posible novio o
ex-novio la convertiría en el centro de todas las habladurías.
No vivo en un país donde la única manera de acceder al tratamiento antirretroviral
sería costeándolo, viéndome por lo tanto imposibilitada de hacer algo frente al
deterioro de mi sistema inmunológico y el avance de las enfermedades oportunistas,
ni me encuentro inmersa en la incertidumbre al no saber si recibiré o no mi
medicación el mes que viene –como le suele pasar a otras personas que conozco- ya
que no he sufrido faltantes ni demoras en la entrega de la misma, al menos hasta
ahora.
No me vi en la situación de concebir un hijo luego de mi diagnóstico, teniendo que
esperar con el corazón en la boca, sumergida en las “alarmas y zozobras de la
esperanza”-como decía Borges- hasta poder recibir con el dolor más grande del
mundo, la noticia de una serología positiva o con la mayor felicidad la confirmación
de una negativa.
Esta es mi lucha. Me atrevería a decir que es NUESTRA lucha. La de quienes
llevamos este virus en nuestra sangre. No digo que sea mejor ni peor, más o menos
importante, que la de quienes no tienen – o no saben que tienen- VIH. Es solo
diferente.
Esta es mi lucha. La que me tocó. La que me fortalece. La que le dio una “causa” a
mi vida. Y esa causa tiene que ver con elevar mi voz, o mejor dicho “un coro de
voces” a la sociedad. Las voces de quienes no lo pueden hacer dando su nombre y
apellido pero que, no por eso, tienen menos por decir.
Gracias por leernos.
Un abrazo para todos los luchadores, y como dijo un amigo, "por muchas mariposas más".
Harika.
Mi lucha, tu lucha, la nuestra
Pero si pensás que estoy derrotado,
quiero que sepas que me la sigo jugando,
porque el tiempo, el tiempo no para.
Unos días sí, otros no,
estoy sobreviviendo sin un rasguñón.
BERSUIT VERGARABAT,
El tiempo no para.
Esta es mi lucha. Contra los prejuicios, el “por algo será que tenés lo que tenés”,
“no lo parecés”, “no se te nota”, o “creía que vos eras más inteligente”. Contra las
miradas de asombro (incluso de algunos profesionales de la salud) que parecen no
poder creer que están ante una persona con VIH si su imagen no coincide con el
estereotipo que tienen en mente. Contra la falta de información de las personas que
todavía creen que hay algún riesgo en hacer uso de un inodoro una vez que yo fui al
baño, de quienes piensan que este virus puede transmitirse a través de la picadura de
los mosquitos, de quienes preguntan por “mi expectativa de vida” quizás a la espera
de que responda “diez años” y se asombran cuando les informo que tengo amigos
que ya han cumplido veinte y cinco años desde su diagnóstico y que, con
tratamiento, una persona con VIH puede vivir tanto como una que tenga, por
ejemplo, diabetes.
Lucho también, en la medida en la que puedo, contra la desinformación, contra el
hecho de que todavía haya gente que no sepa diferenciar el VIH del sida, que siga
usando un término en lugar del otro y no pueda o no quiera o no le interese entender
la diferencia. Contra el hecho de haber tenido que iniciar un tratamiento
medicamentoso, y de por vida, cuando durante añares no me había visto en la
necesidad de tomar ni una aspirina. Contra el deseo de no tener que ir más,
adormecida, en ayunas y malhumorada a sacarme sangre, de no verme más en la
obligación de ir a la sede central de la obra social a autorizar los análisis, al
infectólogo a mostrarle los resultados y a retirar los antirretrovirales una vez por
mes. Especialmente, contra esta fantasía recurrente: “como me gustaría, al menos
por esta noche, no tomar la medicación” (arranques de rebeldía cotidiana a los que
nunca – o casi nunca- les hago caso). Ante la necesidad, en ocasiones, de sortear
obstáculos para tomar las pastillas delante de otras personas sin que nadie lo perciba
(todo un desafío). Contra el temor ante el momento (que tarde o temprano llegará)
de revelarle mi diagnóstico a mi hijo, la incertidumbre ante su posible reacción y el
fantasma de que ya no me abrace –ya no me quiera- de la misma manera. Contra los
posibles rechazos. Contra la preocupación a ser discriminada en mi trabajo si lo
supieran.
Afortunadamente no tengo que sumar a mi lucha la que otras personas llevan a
cabo contra los efectos secundarios de algunos medicamentos, como los cambios
corporales no deseados; no tengo otra patología, como las personas que además de
lidiar con el VIH deben hacerlo con una hepatitis crónica, una diabetes o algún tipo
de discapacidad; ni soy presa de la angustia, cotidiana para muchos, de no saber de
qué manera llenar hoy mi plato o el de mi hijo. Al haber sido diagnosticada cuando
mi infección era reciente, no sufrí de enfermedades oportunistas o sus secuelas, no
tuve que ser internada por cuestiones relacionadas con la infección ni tuve que vivir
pendiente del lento ascenso o del cruel descenso de mis CD4. No me vi en la
situación de perder una oportunidad laboral por llevar este virus en mi sangre, no
fui despedida, como le pasó a una amiga cuando en la empresa en la que trabajaba se
enteraron de su serología, ni me pasaron a un puesto en peores condiciones y por un
sueldo menor, como le pasó a otra. No tengo que atravesar toda una provincia y
perder un día de trabajo al mes, como le sucede a los habitantes de poblaciones que
no cuentan con centros propios de entrega de medicamentos, ni tuve que optar por
viajar cientos de kilómetros, como sí suelen hacer quienes residen en ciudades
chicas, quienes prefieren evitar los hospitales locales para no cruzarse con familiares
o vecinos que inevitablemente acabarían por enterarse sobre la causa de su visita al
médico. Tampoco me vi “condenada a la soltería” como definió una vez una amiga
que vive en un pueblo tan pequeño que una sola "indiscreción" de un posible novio o
ex-novio la convertiría en el centro de todas las habladurías.
No vivo en un país donde la única manera de acceder al tratamiento antirretroviral
sería costeándolo, viéndome por lo tanto imposibilitada de hacer algo frente al
deterioro de mi sistema inmunológico y el avance de las enfermedades oportunistas,
ni me encuentro inmersa en la incertidumbre al no saber si recibiré o no mi
medicación el mes que viene –como le suele pasar a otras personas que conozco- ya
que no he sufrido faltantes ni demoras en la entrega de la misma, al menos hasta
ahora.
No me vi en la situación de concebir un hijo luego de mi diagnóstico, teniendo que
esperar con el corazón en la boca, sumergida en las “alarmas y zozobras de la
esperanza”-como decía Borges- hasta poder recibir con el dolor más grande del
mundo, la noticia de una serología positiva o con la mayor felicidad la confirmación
de una negativa.
Esta es mi lucha. Me atrevería a decir que es NUESTRA lucha. La de quienes
llevamos este virus en nuestra sangre. No digo que sea mejor ni peor, más o menos
importante, que la de quienes no tienen – o no saben que tienen- VIH. Es solo
diferente.
Esta es mi lucha. La que me tocó. La que me fortalece. La que le dio una “causa” a
mi vida. Y esa causa tiene que ver con elevar mi voz, o mejor dicho “un coro de
voces” a la sociedad. Las voces de quienes no lo pueden hacer dando su nombre y
apellido pero que, no por eso, tienen menos por decir.
Gracias por leernos.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Día de mi "no cumpleaños"
Día de mi "no cumpleaños"!!! Hace 9 años me confirmaban el resultado positivo de mi análisis de VIH. Cuanta agua pasó bajo el puente, cuantas personas conocí "gracias a la vihda", cuanto aprendí, cuanto viví, cuanto me queda por aprender... hasta pude dar a luz un libro!!! solo me queda agradecer, agradecerles, a mi hijo, a mis amigos de siempre, a los nuevos, a los virtuales, por tanto amor. Un abrazo inmenso!!!
martes, 30 de octubre de 2012
Publicado por La Ventana radio,
http://www.laventanaradio.com.ar/2012/10/harika-fernandez-presenta-gracias-la.html
Harika Fernández, profesional de la salud y autora de Gracias a la VIHda estará presentando su libro en la feria del libro del VI Festival Cervantino de la ciudad de Azul. El jueves 1, viernes 2 y domingo 4 de noviembre estará desde las 17 hs en el stand de la librería La Tienda, que tendrá a la venta los ejemplares de este trabajo de 400 páginas, un coro de voces de personas que viven, entre otras cosas, con el virus de inmuno deficiencia humana (vih). La psicóloga social y activista Gilda Colman llega de Capital Federal para presentar a la autora de Gracias a la VIHda, que está disponible desde el sábado en la librería La Tienda de Florencia Lafón, en la esquina de Yrigoyen y Rauch, de la ciudad con nombre de color.
Gracias a la vihda recopila numerosos testimonios en diferentes formatos que toman la palabra como reflexiones, denuncias, relatos de vida de quienes incluso fueron sentenciados a muerte por ser "portadores" del letal vih por la industria médica y farmacéutica y hoy muchos llevan más de 20 años viviendo con el virus más famoso de la última parte del siglo XX.
La autora del libro de reciente publicación (va por la segunda edición) se hará presente en el stand de la librería "La Tienda" y firmará ejemplares a los lectores el jueves 1, viernes 2 y domingo 4 de noviembre, a las 17 hs. El viernes a esa hora realizará una presentación del trabajo ante el público presente.
La Fería del Libro del VI Festival Cervantino será escenario para charlas y conferencias de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, ex preso político de la dictadura cívico-militar-ecleasiástica de Videla, cofundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos -APDH-; Horacio González, director de la Biblioteca Pública Nacional y miembro de Carta Abierta; el escritor Juan Sasturain; y el creativo Miguel Repiso Rep, que dejó su huella a la orilla del Arroyo Azul con un mural alusivo a El Quijote de la Mancha en Azul, complemento de otro que realizó en la española Alcalá de Henares, como símbolo del hermanamiento entre las dos ciudades conveniado años atrás.
http://www.laventanaradio.com.ar/2012/10/harika-fernandez-presenta-gracias-la.html
lunes, 29 de octubre de 2012
Harika Fernández presenta "Gracias a la VIHda" en la Feria del Libro del VI Festival Cervantino en Azul
Harika Fernández, profesional de la salud y autora de Gracias a la VIHda estará presentando su libro en la feria del libro del VI Festival Cervantino de la ciudad de Azul. El jueves 1, viernes 2 y domingo 4 de noviembre estará desde las 17 hs en el stand de la librería La Tienda, que tendrá a la venta los ejemplares de este trabajo de 400 páginas, un coro de voces de personas que viven, entre otras cosas, con el virus de inmuno deficiencia humana (vih). La psicóloga social y activista Gilda Colman llega de Capital Federal para presentar a la autora de Gracias a la VIHda, que está disponible desde el sábado en la librería La Tienda de Florencia Lafón, en la esquina de Yrigoyen y Rauch, de la ciudad con nombre de color.
Gracias a la vihda recopila numerosos testimonios en diferentes formatos que toman la palabra como reflexiones, denuncias, relatos de vida de quienes incluso fueron sentenciados a muerte por ser "portadores" del letal vih por la industria médica y farmacéutica y hoy muchos llevan más de 20 años viviendo con el virus más famoso de la última parte del siglo XX.
La autora del libro de reciente publicación (va por la segunda edición) se hará presente en el stand de la librería "La Tienda" y firmará ejemplares a los lectores el jueves 1, viernes 2 y domingo 4 de noviembre, a las 17 hs. El viernes a esa hora realizará una presentación del trabajo ante el público presente.
La Fería del Libro del VI Festival Cervantino será escenario para charlas y conferencias de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, ex preso político de la dictadura cívico-militar-ecleasiástica de Videla, cofundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos -APDH-; Horacio González, director de la Biblioteca Pública Nacional y miembro de Carta Abierta; el escritor Juan Sasturain; y el creativo Miguel Repiso Rep, que dejó su huella a la orilla del Arroyo Azul con un mural alusivo a El Quijote de la Mancha en Azul, complemento de otro que realizó en la española Alcalá de Henares, como símbolo del hermanamiento entre las dos ciudades conveniado años atrás.
domingo, 28 de octubre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
Nuevo comentario sobre el libro
Va un nuevo comentario sobre el libro, recibido de parte de una de sus lectoras, gracias, Valeria!
"Gracias a la VIHda es una excelente recopilación de anécdotas, historias y situaciones que nos tocan muy de cerca a quienes transitamos este camino, ya sea en forma directa y personal, como también a través de nuestros seres queridos. En forma personal creo que es como un libro de cabecera, al que puedo recurrir cada vez que necesito una palabra, es como tener a alguien que te entiende y te habla y te dice aquello que necesitas en el momento justo. Es un libro ideal para tenerlo siempre a mano, ya que no lees solo una vez, sino que siempre recurrís a el...."
Valeria (lectora)
"Gracias a la VIHda es una excelente recopilación de anécdotas, historias y situaciones que nos tocan muy de cerca a quienes transitamos este camino, ya sea en forma directa y personal, como también a través de nuestros seres queridos. En forma personal creo que es como un libro de cabecera, al que puedo recurrir cada vez que necesito una palabra, es como tener a alguien que te entiende y te habla y te dice aquello que necesitas en el momento justo. Es un libro ideal para tenerlo siempre a mano, ya que no lees solo una vez, sino que siempre recurrís a el...."
Valeria (lectora)
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